El precio del barril de petróleo Brent, de referencia para Europa, llegaba a superar este lunes los 96 dólares por primera vez desde septiembre de 2014 ante la escalada de tensión sobre la situación en Ucrania.
En concreto, el precio del barril de petróleo de calidad Brent llegaba a alcanzar hoy lunes los 96,09 dólares antes de la apertura de las bolsas europeas, su precio más alto desde finales de septiembre de 2014. El pasado viernes, el precio del crudo Brent cerraba la sesión en 94,44 dólares por barril.
En el caso del petróleo West Texas Intermediate (WTI), el precio del barril llegaba hasta los 94,94 dólares por barril, frente a los 93,10 dólares del anterior cierre.
En lo que ha transcurrido de año, el petróleo Brent se ha encarecido más de un 21%, mientras que el crudo WTI, de referencia en Estados Unidos, se ha revalorizado más de un 26%.
Los conflictos bélicos elevan precios, pero otros aspectos también
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, afirmaba este domingo que Rusia podría invadir Ucrania “cualquier día desde hoy”, lo cual contribuye evidentemente al encarecimiento de las materias primas y el petróleo no está exento de ello.
Sin embargo, el alto riesgo de un posible conflicto bélico no es el único detonante del continuo ascenso que los precios del petróleo vienen reflejando desde hace muchos meses, cuando aún no se habían tensionado hasta este punto las relaciones entre Ucrania y Rusia, en la misma línea que el gas o la electricidad.
El sector petrolero ha pasado durante varios años por precios bajos que ni las acciones de control en la producción desplegadas por los países exportadores de la OPEP han sido capaces de elevar al nivel deseado. Ello ha propiciado que la rentabilidad de las compañías no lograsen en su negocio de upstream los suficientes recursos como para continuar realizando grandes esfuerzos inversores en exploración, cuya actividad requiere cada vez una tecnología más moderna y costosa, lo cual ha derivado en una reducción de la actividad exploratoria.
Por otro lado, la ideología expansiva que ha crecido en la pasada década de manera exponencial a favor de las tecnologías renovables y en absoluto detrimento de los recursos de las fósiles, no supone precisamente un acicate para mantener altos los niveles de exploración y producción.
Por último, un parón como el generado por dos años de pandemia, obliga a todas las estructuras productivas y empresariales a adaptarse a una drástica caída de la demanda sin precedentes, lo cual también requiere un reajuste posterior de la oferta para atender la creciente demanda, lo cual afecta a gran parte del tejido productivo, no sólo al energético.