

Endesa ha procedido hoy a la voladura simultánea de las tres torres de refrigeración de la Central Térmica de Andorra, que representa un paso más en el proceso de cierre de las centrales de carbón que la compañía está llevando a cabo y que completará en la península en 2027. Se trata del segundo derribo de estas características en 8 días, tras la demolición llevada a cabo el pasado viernes de las dos torres de la Central Térmica de La Robla (León), propiedad de Naturgy.
La central térmica de Teruel (Andorra) construida entre los años 1974 y 1979 ha estado más de cuatro décadas operativa, creando un vínculo muy arraigado en la zona. Una vez que Endesa solicitó el cierre de la central en 2019, inició su proceso de desmantelamiento y la elaboración de un plan de futuro para la región que contempla la implantación de nueva industria y el desarrollo de 1.830 MW de nueva potencia renovable.
En este proceso, Endesa ha promovido cursos de formación en Prevención de Riesgos Laborales en trabajos de desmantelamiento y operación en instalaciones industriales, de la que se han beneficiado 170 personas de la zona con el fin de promover la contratación local de personal especializado, una acción que ha permitido formar a más de 2.000 personas en toda España para diferentes cualificaciones relacionadas con esta actividad.
Voladura de las torres
Dentro de los trabajos de desmantelamiento de la Central Térmica de Andorra, la demolición por voladura de las tres torres de refrigeración de la planta ha supuesto todo un hito no solo por el simbolismo de las estructuras, sino también desde un punto de vista técnico. En este sentido, para la realización de esta actuación se ha diseñado un exhaustivo procedimiento con el objetivo de garantizar unas condiciones absolutas de seguridad y efectivas de demolición. Esta misma prevención se está aplicando en todos los procesos que conforman los trabajos de desmantelamiento y demolición de la planta que además tiene como objetivo revalorizar el 90% de los residuos que generen estos trabajos.
En el caso de la voladura de las torres de refrigeración el proceso ha sido aún más complejo, ya que ha estado soportado por un proyecto específico en el que se ha analizado estructuralmente la afección de los trabajos preparatorios, así como la dinámica de la voladura, su secuencia, direcciones de caída, medidas mitigadoras de las afecciones, medidas de vibraciones y puesta en seguridad de todos los elementos y estructuras afectadas.
Los trabajos previos a la demolición de las torres de refrigeración comenzaron en marzo de 2021 y finalizarán este mes de mayo, tras 273 días de actividad, en los que se han retirado, de acuerdo con los planes de trabajo aprobados por la Administración, más de 6.100 toneladas de materiales que contenían amianto, situados fundamentalmente en el área de intercambio de calor de las torres, que han sido gestionados como residuo peligroso.
Previamente a este trabajo, se han realizado, entre otros, la retirada y gestión de los equipos en los que se producía el intercambio de calor, compuestos básicamente por materiales de relleno plástico, así como materiales con amianto (no friable), situados en el interior. También se ha acondicionado y separado la parte externa de la interna, se han desvinculado los elementos unidos a la torre y se ha desmantelado el equipamiento situado en la zona de afección.
Para la voladura de las tres torres se han empleado 1.164 barrenos compuestos por un total de 275 Kg de explosivo, que se han colocado en los pilares de las torres mediante taladros distribuidos para dirigir la caída en la dirección planificada según el proyecto. En el proyecto se ha fijado un radio de 800 metros de seguridad desde cada una de las estructuras.
La detonación se ha realizado de forma secuenciada en las tres torres, detonándose en 1,5 segundos todos los explosivos, para minimizar la vibración del terreno y las proyecciones de material. La voladura ha producido al rededor de 40.000 toneladas de residuos, básicamente hormigón, que serán valorizados en obra al ser usados como material de relleno por su carácter inerte reutilizando el hierro para un nuevo uso.
Para minimizar la afección del polvo derivado de la explosión se han instalado 37 piscinas de 2 metros cúbicos de capacidad en el perímetro de las torres, que han sido detonadas de forma simultánea a la voladura de las tres torres de refrigeración con cordones detonantes que se introducen en las piscinas en forma de espiral.
Datos técnicos de las torres
Las 3 torres de la Central Térmica de Teruel, más conocida por la Central Térmica de Andorra al estar ubicada en este municipio, eran idénticas en sus medidas y características geométricas, presentando una altura de 107,3 metros, con un diámetro de 83 metros en su base y de 50,7 en la coronación. Aunque la construcción de la central se inició en 1974, las tres torres fueron levantadas entre 1978 y 1979 en hormigón, con un peso de 13.000 toneladas cada una de ellas.
Estas construcciones representaban uno de los componentes fundamentales del ciclo de producción de vapor que movía las turbinas para generar electricidad. Su función consistía en enfriar el agua caliente procedente de los condensadores de los grupos de producción de energía, el lugar donde se condensa el vapor del ciclo agua-vapor una vez que ha pasado por la turbina.
La forma de hiperboloide de revolución de las torres permitía que el aire fluyera desde la base hacia arriba sin necesidad de ninguna aportación de una fuente de energía externa. Así es como se producía la transferencia de calor, mediante el intercambio térmico entre el agua a enfriar y el aire, que daba lugar al característico penacho de vapor de agua que se observaba cuando estaban en funcionamiento.
Trabajos de desmantelamiento
El desmantelamiento de la Central Térmica de Teruel es una operación de gran complejidad técnica que está movilizando ingentes recursos, ya que alrededor de 200 personas de mano de obra directa se ocuparán de los trabajos hasta 2025. El equipo humano que se está ocupando de los trabajos procede en su mayoría de antiguas empresas contratistas o de residentes en la Comarca Andorra-Sierra de Arcos y limítrofes.
Desde el punto de vista medioambiental se está aplicando un sistema de demolición selectiva para segregar y caracterizar cada una de las 259.780 toneladas que conforman el volumen de la demolición. Para reducir en todo lo posible las afecciones al entorno se ha implantado un plan de vigilancia ambiental con especial atención a las emisiones y vertidos durante la ejecución de los trabajos.
Para la reutilización de los residuos de hormigón, Endesa ha instalado en Teruel equipos de alta capacidad para obtener una valorización completa de este árido reciclado, que se empleará en el relleno de los huecos generados en las obras, así como en la remodelación morfológica del terreno tras las demoliciones.
Los materiales de yeso, las mezclas bituminosas, las tierras y rocas no contaminadas, los revestimientos refractarios, los lodos que contienen sustancias peligrosas, los residuos cálcicos, las cenizas y las maderas que contienen sustancias peligrosas se enviarán a un gestor autorizado.
Siete zonas de demolición
Endesa ha agrupado las zonas de demolición por sistemas e instalaciones homogéneas existentes en el emplazamiento. Las zonas de demolición son las siguientes:
Zona 1.- Turbinas: está formada por los edificios de turbinas de los grupos 1, 2 y 3. Incluye también los equipos principales, como son los generadores, turbinas, condensadores, calentadores, transformadores y otras instalaciones asociadas.
Zona 2.- Calderas: comprende las calderas, precalentadores, precipitadores electrostáticos y conductos de gases.
Zona 3.- Plantas de desulfuración de gases: las tres plantas de desulfuración de gases con sus componentes, edificio de deshidratación de yesos, planta de tratamiento de agua, nave de bombas, edificio eléctrico, cintas y silos de yesos.
Zona 4.- Estructuras esbeltas: instalaciones cuyo desmantelamiento y demolición se realizará mediante voladura, como las tres torres de refrigeración o la chimenea, de 343 m de altura, que se demolerá en 2023.
Zona 5.- Parque de carbones: todas las instalaciones propias del parque de almacenamiento de carbones, máquinas apiladoras, recogedoras, retroextractoras, trippers, edificio de trituración de carbón, torres de transferencia de mineral, edificios eléctricos de carboneo, torres de toma de muestras, básculas, tolvas de carbón, cintas de trasporte de combustible, playas de descarga de carbón, etc.
Zona 6.- Edificios y estructuras varias: aquellas instalaciones generales que quedan fuera del ámbito de actuación de las anteriores, como son el edificio de oficinas, depósito de agua cruda y zona de pretratamiento de aguas, balsas de agua de refrigeración, almacenes y talleres, etc.
Zona 7.- Elementos singulares: ferrocarril interior de descarga de carbón y carga de cenizas, así como galerías enterradas.

Central Térmica de Andorra (Teruel)
La central térmica “Teruel”, situada en Andorra, constaba de tres grupos, con una potencia total de 1.100 MW. Cada grupo disponía de caldera, turboalternador y torre de refrigeración. Completaban la instalación el parque de carbones y caliza, el sistema de evacuación de cenizas y escorias, la planta de desulfuración y la chimenea de 343 m de altura para la evacuación de los gases de combustión.
Fue construida entre 1974 y 1979 con objeto de llevar a cabo un uso extensivo de los lignitos negros procedentes de explotaciones situadas en la cuenca minera turolense, mezclados con carbones de importación. El lignito se transportaba hasta el parque de carbones de la central y los carbones importados se transportaban por barco hasta el puerto de Tarragona y, desde allí, por ferrocarril hasta la planta. Como combustible auxiliar para arranques y apoyo a la combustión se utilizaba gas natural.
Durante sus cuatro décadas de actividad, la central produjo 224.000 GWh, equivalentes al consumo de electricidad peninsular durante todo un año. Para ello necesitó 142 millones de toneladas de carbón, de las que 110,9 millones de toneladas fueron de carbón nacional y 31,7 millones de toneladas de carbón importado.
Desde el principio, todos los parámetros medioambientales tuvieron gran relevancia en la explotación de la central, especialmente en lo referente al control de las emisiones y de la calidad del aire en el entorno, dado el elevado contenido en azufre y cenizas del lignito local.
En consecuencia, con el fin de hacer compatibles el desarrollo económico y el uso de estos lignitos con la conservación del medio ambiente a lo largo de la vida de la central, se llevaron a cabo una serie de actuaciones que representaron inversiones superiores a los 400 millones de euros. Como resultado de esas inversiones la central consiguió estabilizar las emisiones a la atmósfera en niveles inferiores a 1 tonelada por megavatio hora producido.
Plan de Futuro
En paralelo a la solicitud de cierre, Endesa presentó un Plan de Futuro destinado a compensar los efectos del cierre a través de diversas medidas concretas para promover el desarrollo de actividades económicas y generación de empleo en la zona de la central.
El referido plan incluye la recolocación de los empleados de la central, así como dar total prioridad a la contratación de trabajadores de las actuales empresas auxiliares para el desarrollo de las actividades de cierre y desmantelamiento de la planta y en los parques renovables que Endesa proyecta en la zona.
El Plan Futur-e de Endesa prevé una inversión por encima de los 1.400 millones de euros con el objetivo final de la construcción de 1.830 MW de potencia de plantas fotovoltaicas y eólicas.
La realización de estas instalaciones generará 4.000 empleos en la etapa de construcción y 300 empleos durante más de 25 años en las actividades de operación y mantenimiento de las plantas.

