Los grandes medios de comunicación, especialmente las televisiones, alertaban semanas atrás de una subida espectacular de los precios de los carburantes a primeros de febrero, lo que provocó grandes colas en las gasolineras los últimos días de enero. Nada más lejos de la realidad.
Justo desde primeros de febrero se ha iniciado un descenso moderado pero continuo de los precios tanto de gasolinas como de gasóleos. Según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) sobre la variación semanal del precio del gasóleo, el punto más alto del mismo tuvo lugar en la última semana de enero cuando, tras una escalada registrada en el mes de enero, el litro de gasóleo costaba al consumidor 1,70 euros.
Desde principios de este mes, la evolución de los precios del gasóleo de automoción han registrado un comportamiento constante a la baja, mostrando un precio medio la semana pasada de 1,61 euros el litro.
Estas variaciones indican que desde el 1 de enero, los precios del gasóleo A han descendido un 3%, una caída que aumenta casi al 4% en el periodo de las tres primeras semanas de febrero. En este sentido, la CNMC refleja un precio medio de 1,67742 euros por litro el día 1 de febrero y de 1,61140 euros el 20 de febrero, que representan un descenso del -3,9%.
Hace meses que los precios de los carburantes se han convertido en noticias de portada muy frecuentemente, pero de manera espectacular en el tema preferido que abre informativos de televisión o forma parte de su noticiario casi todos los días. Es positivo mantener informados a los ciudadanos de todos los aspectos que puedan ser de interés y más aún de aquellos que influyan en el desarrollo de su vida personal o profesional. Lo que ya no resulta positivo es el tratamiento informativo de la televisión estatal y de los dos grandes grupos mediáticos privados en el modo siempre alarmista de comunicar las noticias de los precios de los carburantes, que transmiten una sensación de continua subida cuando en realidad están en un proceso de descenso, paulatino pero mantenido en el tiempo.
En un contexto económico de incertidumbre e inestable, es una temeridad atreverse a pronosticar los precios de los combustibles ni siquiera a corto plazo. No obstante, y teniendo en cuenta que el precio del crudo de petróleo también muestra un comportamiento a la baja, con un barril Brent en la banda baja de los 80 dólares y muy lejos de los 130 ó 140 dólares de hace un año, al mismo tiempo que las compras de carburantes en el mercado europeo con vencimiento en los próximos tres meses también reflejan esa tendencia, todo hace prever que los precios de los combustibles petrolíferos han tocado techo y han iniciado su andadura, lenta y moderada pero constante, hacia unos niveles más normalizados y razonables.
Tanto la gran desestabilización mundial de los mercados propiciada por la pandemia del coronavirus como la invasión rusa de Ucrania, se empiezan a dar por amortizados en un comercio internacional que se ha adaptado a operar sin los suministros de Rusia, que ha buscado nuevos mercados de origen para proveerse y ha adaptado sus sistemas de producción y su operativa al contexto actual. Por supuesto, si Rusia adopta acciones militares con armamento más agresivo que pueda implicar a más países en el conflicto, todo podría cambiar drásticamente.
Por otra parte, la contienda europea en su obsesión medioambiental y del cambio climático, contemplando el vehículo eléctrico como salida única al mundo de la movilidad, tampoco aporta mucha estabilidad a los mercados, especialmente al de automoción, pero tampoco a un sector petrolero internacional que está centrado ahora en reinventarse. Si en Estados Unidos las medidas contra el cambio climático lo están llevando de manera más razonable, Europa se lo ha tomado como si de apagar un incendio se tratase aunque haya que dejarse la vida en ello.
Crisis económica, pandemia o una frenética transición energética que deja fuera al petróleo, no son los aspectos más idóneos para animar a las compañías a destinar grandes inversiones a la exploración y producción de crudo, lo que supone reducción de la oferta e incremento de precios para la demanda.
En resumen, los precios de los carburantes siguen en niveles altos pero con tendencia a la baja en febrero y que, a día de hoy, hace suponer así se mantendrá en los próximos meses, siempre que no se produzcan sustos procedentes de Rusia u otra pandemia. Por cierto, estaría bien que Corea dejara de importunar a Japón.
Si esto se cumple, como es deseable y previsible, puede que las referidas cadenas de televisión dejen por fin de alarmar al ciudadano español, ya sea consumidor particular o profesional, para que pueda repostar sus vehículos sin necesidad de ponerse nervioso por la factura del carburante. Al final, siempre se trata de adecuar la oferta a la demanda, la mejor ley de equilibrio que no precisa de bonificaciones ni ayudas.